El concierto empezó una hora más tarde de lo que D. me dijo. Casi lo mato, no se entera de nada.
Llegué a toda marcha y cuando aparezco en el escenario... ¡mis compañeros no habían llegado! De hecho, llegaron 30 minutos más tarde. Chicos, ¡esto es lo que me enfada de verdad!
Vinieron a ver la actuación 13 ó 14 amigos/as míos... ¡Ayyyyyyyyyyyy! ¡Os quiero!
Tocamos bastante bien. Los nervios me atenazaron mucho en la primera parte. La segunda fue relajada... y dediqué "Peces de ciudad" a... "mis chicas", versión María, con la letra cambiada a mi gusto, pensando en cada frase en alguien distinto... (Esas sensaciones que te traen las canciones son únicas).
D., la chica que me sustituye en el cole también se cantó, antes de empezar el concierto, un par de canciones conmigo a la guitarra. ¡Tiene una voz! Estoy convenciéndola para que cante en el grupo y yo le haga los coros y así me pueda cuidar un poco esta voz que se me pierde cada día en un grito.
Y después de lo bueno, llega lo peor... recoge todo, carga en los coches, conduce hasta el local, descarga todo otra vez... y vuelve a coger el coche y conduce tres cuartos de hora hasta tu casa. ¡Quién fuera famoso para irte de fiesta nada más acabar el concierto!
P.D. S.: Que sí, que sé que me puedo quedar a dormir en tu casa. Pero no llevé nada porque íbamos a acabar pronto, que no tenía el estuche de las lentillas, ni pijama, ni nada... Y no se me puede ni ocurrir dormir sin ropa contigo al lado. Esto no te lo digo, pero lo pienso.