Esta entrada es para dejar ir todos los miedos. Esos que me entran cuando no veo salida, cuando no estás, cuando me siento sola, cuando me agobio...
Estoy agobiada por el papeleo inútil, por las prisas. Entonces me salen llagas en la boca, un puntito en la lengua, una piel más allá... ¡y me revuelvo de miedo! De ese miedo que se me "agarra" al estómago, me hace sentir vacío, me hace llorar... por nada en concreto.
Tengo miedo a enfermar, a no valerme por mí misma, a que me tengan que cuidar, a no saber qué me pasa, sobretodo a esto último. Tengo miedo a que enfermes y no te pueda cuidar. Para esto, también un sobretodo.
Cuando se pasan esos segundos de angustia y veo luz al final del camino, me siento fuerte, me siento valiente, me siento capaz, me siento contenta... vuelvo a sentirme como soy: una mujer feliz.
He ido esta mañana a mi médico de cabecera y me ha dicho: "María, el miedo es libre. Puedes tener todo el miedo que quieras (con ironía), fíjate... lo peor que te pueda pasar es que tengas un cáncer (risas)". Me ha lanzado el dardo a todo el miedo, a ese miedo ridículo, irracional que se me pone dentro de vez en cuando... y se me ha quitado el puntito negro de la lengua...
Una vez me dijo: "Puedes elegir entre sentirte atrapada o sentir que eres capaz de hacer lo que te propones." Elegí lo segundo, aunque me costó mucho. Hoy he vuelto a recordar estas palabras grabadas a fuego.
El miedo te reduce. La ilusión te agranda. El miedo oprime. La felicidad desata. Quiero ganar la batalla al miedo.
Soy fuerte, soy capaz, estoy bien, me siento bien.
Ana me dice siempre: "Estate tranquila". Lo estoy. (Gracias por la invitación. Gracias porque sé que estás conmigo. Gracias por la intención)