martes, 9 de agosto de 2011

Canto

Lunes: primer día del curso de canto.

Esperaba encontrarme gente joven... pero no, el curso está lleno de señoras (mayoritariamente) que cantan en diversas corales, unos pocos señores mayores que también cantan en corales y un grupito de niños y niñas, alumnos de una de las profes.

Me he encogido y me he hecho pequeña, pequeña, al escuchar las impresionantes voces de las profes. ¡Ay, María, dónde te has metido! Has perdido toda la voz que tenías...

Pero después he respirado profundamente, hemos hecho ejercicios de vocalización, he bebido mucha agua y... ¡hemos empezado a cantar! Y me he sentido bien. Sentía la vibración de las voces a mi alrededor y me he encontrado en paz.

Ya he "gilado" unos cuantos frikis de las corales: la señora que tiene mucha voz y se la oye por encima de toda su cuerda, la que lleva tres meses en una coral y protesta porque el Kyrie no es igual que el que se ha aprendido ella (a mi lado); el señor está cantando cualquier canción desde el momento que esperábamos a entrar en la puerta hasta para ir al baño...

El momento más emocionante: cuando he mirado a mi derecha y había una señora mayor, con el pelo canoso, grandona, con sus gafas de metal de señora... como "mi tía P." ¡Sí! Hay una señora igualita a ella y se me han saltado dos lagrimillas. ¡Cuánto hubieras disfrutado escuchando todas las batallitas que te iba a contar después del curso!

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