domingo, 9 de octubre de 2011

Mi tío Rebollete III

A la tercera va la vencida.

La vida del tío Rebollete se ha acabado hoy. ¡Cómo no recordar sus palabras, sus anécdotas, su visión de la muerte!

Ha ido engañando a la muerte en varias ocasiones después de su ataque al corazón, de alguna que otra mala caída, de la próstata... y ahora le ha tocado "el gordo".

Era un tremendo jugador de lotería nacional (mi madre también). Le hubiera tocado la lotería dos veces si no hubiese cambiado el número a última hora "porque era feo". Siempre se lo recordábamos cuando compraba mi madre lotería para Navidad y le llamaba para decirle el número y no le gustaba. Era un maniático de los 13, quería que tuviera 8, que no fuera un número bajo...

Todos los veranos me contaba, antes de irme a la piscina, que era muy importante saber nadar. Que él había aprendido en el río y nadaba como pez en el agua.

Mi abuelo no sabía nadar y un día fue con él al río para aprender. Mi abuelo le decía que no le soltara, que se iba a ahogar, que como le pasara algo, le "mataba". Mi tío le decía que no, que no le pasaría nada y le soltó. Mi abuelo se asustó y se hundió justamente donde había un pozo y no hacía pie. Cuando mi abuelo consiguió que mi tío saliera del río, "me pegó dos zurdazos que me dejaron baldado".

Mi abuelo era el hermano mayor de mi tío Rebollete. Como se llevaban muchos años y mi bisabuelo murió muy joven, mi abuelo actuaba de padre con él. Mi abuelo murió cuando nosotras teníamos diez años. Para nosotros, el tío Rebollete era como un abuelo, aunque vivía lejos y s(ó)lo lo veíamos en verano.

Se ponía sus "bambas" y su palo y se iba a andar "camino el molino". Siempre bailaban en el concierto de "bailables" de la banda. Iba con mi padre "de vinos"y, a escondidas, se bebía alguno sin que mi tía lo supiera.
Le acompañaba a las obras y le daba conversación. A él y a todo el que pasara por la puerta.

Era "muy chulo" aunque era bajito. Esta canción me recuerda a él con su camisa blanca planchadísima, su pantalón con raya, los zapatos impecables (todo gracias a mi tía), su "Ay, mi J., ¡cuánto te quiero!, que arreglaba cualquier enfado de mi tía.

Quiero pensar que, si existe el cielo, estará reunido con su amigo A. "el barberillo" y mi tía P. y estará diciendo: "Hija, no llores, que nadie ha vuelto pero aquí se está bien".

Descansa en paz.

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