La nieve me/nos tiene atrapadas aquí. (Sin ver a mi A., estoy que muerdo). Pero hemos salido a caminar después de comer, enfundadas de ropa de abrigo hasta la cabeza.
Por el camino, llevábamos a P., T. ha recordado que, cuando era un bebé, fuimos a hacer ese paseo. Nos tomamos un café y vimos que anochecía. Entonces nos dimos prisa en volver. El niño lloraba y lloraba... y pensábamos que tenía miedo.
Hasta que, llegando a casa, T. se dió cuenta de que ¡no le había dado de merendar! Tenía hambre el pobre...
P. se reía al escuchar la anécdota. Mi hermana y yo nos hemos mirado... ¡hace tres días fuimos de excursión y tampoco llevaron merienda para los niños! Hay cosas que nunca cambian...
pfffff, una de las cosas que no puedo soportar, me pongo literalmente enferma: un niño llorando de hambre 8aunque sea de la del primer mundo, que ya sabemos...)
ResponderEliminarDe la del primer mundo es de lo peor farala, a este en cuanto llegó a su casa su madre aunque olvidadiza,estupenda madre, seguro, pudo aliviar su hambre.
ResponderEliminarMenudo despiste... o menuda irresponsabilidad!
ResponderEliminarhombreeeeepordios!!! que la merienda es sagradaaaaa
ResponderEliminarseguro que luego comió con mas ganas...ja.ja.. a ver si vamos a crucificar a las madres despistadas... por dios¡¡¡
ResponderEliminarRespuestas:
ResponderEliminarFarala: Por éste no hay que preocuparse. Es más, le vendría bien llorar un poquito más.
Alas de mariposa: ¡Es buena madre y buena persona!
Dintel: Despiste.
Alson: Es cierto, hoy nos ha dado de merendar a todas estupendamente.
Ico: ¿Te hemos dado donde más duele? Ja, ja, ja...
Pues claro... que no nieva todos los dias.
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