Hoy me encuentro entre el cabreo súbito que me entra con algunas compañeras y la felicidad a borbotones que me entra cuando leo los comentarios de mis alumnos.
Me cuesta una energía enorme conseguir logros en el colegio, pero ¡coño! ¡sí!... voy viendo resultados y eso me hace sentirme PO-DE-RO-SA. (Por dentro, no de orgullo).
Así que, después de despotricar delante de una caña con una amiga y hablar por teléfono con otra..., voy a quedarme con lo bueno.
Mi tía P. llevaba razón: el teléfono (y/o hablar con las amigas) es el mejor psicólogo. (No sé por qué no decía psicóloga, pero da igual).
Mi tía P. llevaba razón: el teléfono (y/o hablar con las amigas) es el mejor psicólogo. (No sé por qué no decía psicóloga, pero da igual).