Mañana. Tres intensas horas con la terapeuta: he llorado, me he relajado, he dicho cosas que no quería decir, he reflexionado... y he salido de allí mucho más ligera.
Tarde. Hora y cuarto de depilación: tengo cuatro pelos después del láser, pero la persona que me hace la depilación es leeeeeeeeenta, ha salido a coger el teléfono, a cobrar a una, otro teléfono... He salido mucho más ligera.
Tarde-noche: Estaba esperando a cruzar la carretera con mi amiga A. De repente, he ido a echar un paso y "me caigo, me caigo, me caigo..." y me he caído lentamente pero me he dado un buen golpe en las manos. Se ve que no soy tan ligera.
Noche: Quema de la sardina y comienzo de la Cuaresma. Último chocolate antes de empezar la dieta.
"Soy capaz de conseguir lo que me propongo".
Ayer tuve un día parecido, de repente llantina sin venir a cuento, palabras que no quieres decir, reflexión, y como nueva. En el fondo, el llanto (así como la depilación y las caídas), forma parte de la vida, son necesarios, para ser conscientes de bienestar de levantarse (metafóricamente).
ResponderEliminarUn besito bien fuerte y mis ánimos!
uhmmmmmmmmmmm chocolate!!!
ResponderEliminarRespuestas:
ResponderEliminarCaminos: metafóricamente ¡y no metafóricamente hablando!
Alas: Estaba muy bueno.
Lo eres...
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